!Por que sí!

“y me pregunté:¿habrá alguien en el mundo que tenga como profesión encontrarlas palabras justas y las sepa unir de manera que cuando a él le lata el corazónlogre hacérselo latir a los demás? Ese día decidí ser poeta”.Roberto Benigni, El tigre y La Nieve , escena 2

Vas por la universidad, la gente pasa de un lado para otro, los “huecos” de tres horas se suceden en el prado, lentos.. el ambiente parece estático en la cotidianidad, como simulando una normalidad individual que nunca toma forma. Nada parece extraño, hasta que un fulano te entrega algo con cara de periódico y dispones tu cerebro para un ejercicio que en estos tiempos
donde abundan los pasquines a veces se vuelve necesario; ojear, botar.
Pero esta vez te demoras un poco más; con unos picotazos ya certeros o no, ves textos pequeños, una que otra palabra rara y títulos salidos como de una noche perdida. Eso hace que cualquiera se pregunte: ¿poesía?. Casi instantáneamente vienen a la mente vivencias o imágenes creadas, decires y demás recuerdos que suelen asaltar cuando se habla sobre temas estereotipados o donde todavía no existe una última palabra, (o por lo menos, nuestra última palabra, hablando de que ésta última exista, claro), a veces somos tan libres que los accidentes donde germinan nuestras primeras opiniones nos siguen condicionando toda la vida.
y la respuesta a todo esto, paradójicamente resulta ser una pregunta: ¿para qué? esa pregunta eterna. Decir que viene del “mundo” sería una afirmación muy infantil; los pensamientos que existen rara vez son producidos por “todos”, sólo son elaborados por algunos y seguidos por muchos cuando la ignorancia (o su retoño en muchos casos, el miedo), es así de grande. Digamos entonces que la mayoría repite ese para qué acusador.
Como si un hacer esclavizado o el empeñar la vida en construir escaleras sin tener el anhelo de que lleguen a algún sitio elevado tuviera tanto o más sentido. Qué preguntas tan extrañas formula a diario un mundo que mantiene divagando sus sentidos entre cosas mediáticas sin valor en si mismas, que más que humanizar corrompen. En este orden de ideas, para qué la universidad, ¿estudiamos para solamente trabajar? ¡Qué elemental se vuelve a veces la visión de nosotros mismos!
Para hilar el siguiente párrafo y no extenderme demasiado, apreciado lector, ¿sería justo emplear la expresión: ¿en fin?, muy bien, ¡en fin! ¿Para qué la poesía?, amigo, tú que caminas con nuestras voces enrolladas bajo el brazo o leyéndonos atentamente, sentimos responderte lo
siguiente: ¡para nada! ¡porque sí! ¡Oh! dirán algunos, ¡qué falta de norte!, ¡qué ignominia!, en realidad lo sentimos. ¿Para qué?, ¿por qué? son preguntas que tendemos a hacer a las cosas que juzgamos bellas, como preguntando en ellas por esa tierra donde viven los anhelos verdaderos
esperando que su existencia algún día nos responda. Ciertamente nos responden, con un silencio lleno de sentido.
Personalmente no he escuchado una respuesta humana a esta cuestión, más clara ni con más significado, que esa que esgrime un niño cuando juega y se le interroga por ello: “porque sí”. Es la primera forma de poesía, la mente desprovista de la presunción de querer siempre explicarlo todo. Sólo se divierte, responde a su esencia. Sin temor a equivocarme, puedo decir que no todos los niños se divierten de la misma manera; como existen los que corren, están los que leen por el simple placer de hacerlo; unos juegan a policías y ladrones, otros inventan historias con sus juguetes y algunos miran admirados a lo lejos como si escucharan canciones inefables, canciones
que desgraciadamente, ya muchos hemos olvidado.
Es esa la respuesta que queremos hacer nuestra, porque no de otra forma podríamos llamar a lo que nos mueve para prestar la palabra justa al sentimiento o al pensamiento, no a uno abstracto, sino a uno de carne y hueso que lleva nuestro nombre. Dicen que se ha encontrado una verdadera experiencia de vida cuando las palabras quedan cortas para describirla, el niño explica de esta manera, nosotros con más léxico y ojalá siempre con la misma intensidad, tenemos la misión descabellada de hacerla posible.
Llega un periódico nacido del taller de poesía de la universidad, así le damos vía libre al sinsentido que nos apasiona y hace felices, o le da un nuevo sentido a una desolación nacida con algunos e inexplicable en la temprana edad del alma, “yo siento a Dios no aquí –decía Beethoven con ímpetu señalando su corazón- si no aquí, en mis entrañas”.
Amigo lector, aquí no encontrarás cosas mas extrañas ni ridículas que la extrañeza y la ridiculez de ser hombres, con complejidades y matices dentro de un contexto particular. Así como tú o como yo no existimos para agradar a nadie ni para no hacer de nuestras manos instrumentos que nos lleven más allá de este mundo o más profundo dentro de nosotros mismos, este periódico es un espacio para ti, para mí y para otros, siendo lo que siempre ha sido la poesía: voces que se revuelven en abismos de hombres.
Te animamos a que escribas “y si, desgraciadamente, no tienes los medios, no te preocupes, total, para hacer poesía, sólo es necesario una cosa: todo” (Roberto Benigni El tigre y La Nieve, escena 3)
Alejandro Adolfo Vergara Castro. Tallerista UPN.